Juan Carmelo Luque ostentará este cargo honorífico, vitalicio y no remunerado.
Ha sido nombrado cronista de Castilleja del Campo , un título honorífico, vitalicio y no remunerado que Juan Carmelo Luque ostentará en beneficio de todos los vecinos porque "este pueblo merece tener su historia escrita", según comentó nada más recoger este reconocimiento.
No crean que tan prestigiosa licencia puede ser otorgada a cualquier persona: su trayectoria lo corona como el sujeto más idóneo para gozar del cargo en este pueblo de poco más de 600 habitantes y que hasta ahora carecía de cronista. De hecho, no todos los pueblos lo tienen, pero contar con un cronista tiene sus ventajas. Este jubilado de 64 años regresa con estos honores a su pueblo, del que tuvo que emigrar por motivos de trabajo, con dos premisas esenciales: estar con los suyos y escribir.
Comenzó su profesión partiendo de una investigación que realizó para una hermandad del pueblo que pretendían legalizar. Rondaba la década de los 60 del siglo pasado. Con su investigación se dedicó "a demostrar que la tradición de santos en este pueblo tenía ya más de tres siglos, y nadie se había reparado a contarla". De aquí se generó un material muy valioso del que después salió un profundo estudio antropológico del pueblo, que se tituló Crónicas de una fiesta viva.
Su carrera en este terreno no había hecho más que empezar. Gracias a su formación cinematográfica que cursaba a la vez que aprobaba el bachillerato, puede presumir de haber montado una pequeña productora desde la que realizó varios documentales y vídeos publicitarios, "que tenían que ver con la idiosincrasia del pueblo". De esa etapa de su vida, el cronista destaca el documental producido en 1984 y titulado Las fiestas en imágenes. Se trata de todo un relato visual de las raíces del municipio.
El flamante cronista asegura ser un adelantado de sus tiempos. "Te hablo de los 60, ¡cuando no había discotecas!, en esa época inventé yo la Asociación Juvenil", cuenta. Era un club de jóvenes donde los mocitos del municipio se reunían para leer sus libros favoritos o escuchar los discos más sonados. "Teníamos biblioteca y discografía propia, ¡aquello eran otros tiempos!", comenta, risueño. "Mi gran objetivo siempre ha sido conservar las tradiciones y la historia de mi pueblo", apostilla con orgullo.
Recuerda, con nostalgia, cómo recurrieron a él para solventar las dos grandes crisis por las que se suprimieron los festejos populares en la villa. "La primera fue en 1975, cuando yo puse en marcha el plan de reactivación de las fiestas de Castilleja del Campo", narra. "En otro mal momento, en los 90, también ayudé a las instituciones a que reincentivaran las fiestas populares, proponiendo la colaboración de los vecinos".
un niño. Su gran éxito vino de la mano de Relato para cuatro estaciones, un escrito por fascículos donde se cuenta, desde la perspectiva de un niño, las sensaciones que se viven en las diferentes estaciones del año. "El pequeño encuentra en el doblao de su casa diferentes frutos que corresponden al cambio estacional y así emparejé las cosechas con el paso de los años y el devenir de la familia".
¿Y para qué sirve un cronista hoy día? Reconoce que todavía le "queda mucho por hacer". De hecho, el programa que presentó para defender su cargo no deja ningún cabo suelto. En primer lugar, pretende "hacer una profunda investigación histórica de la villa de Castilleja del Campo, porque existen pocos archivos y están poco explotados". En segundo lugar, se encargará de las Crónicas anuales "como obligación natural" de su puesto. "Para terminar pretendo recuperar costumbres y tradiciones de mi pueblo", se compromete.